Miedo a perder

En ocasiones la vida te coloca en unas situaciones que te hacen temblar.


Situaciones en las que te das cuenta de que lo que habías temblado antes de ese momento
 no había sido miedo real.



Estamos continuamente preocupados por no perder el trabajo, por no perder nuestra condición social, nuestra reputación, nuestras adquisiciones. Por eso trabajamos a destajo sin importarnos otras cosas. Aplazando cosas que parecen insignificantes frente a nuestra enorme obligación.
Me incluyo en este grupo que acabo de describir.

En estos días he cambiado el planteamiento debido a que la vida me ha situado en uno de esos momentos a los que me refería al principio. Un momento en el que he temblado como nunca antes lo había hecho.

Mi hijo lleva varios años padeciendo de amigdalitis con fiebres muy altas y mermando su calidad de vida. Ha llegado el momento de poner punto y final a esta situación sometiéndolo a una operación en la que le extirparían las amígdalas.
Sí, se que es una operación sencilla, todo el mundo se encargo de recordármelo a diario, pero era mi hijo el que entraba a ese quirófano. Y eramos su padre y yo los que quedábamos en la puerta de aquella fría sala esperando noticias. Por momentos creí derrumbarme.
Recé con todas mis fuerzas a un Dios al que nunca atiendo, pedí a todas las estrellitas que tengo en el cielo que acompañaran a mi pequeño en esos momentos y en aquellos 30 minutos que para mí fueron largas horas me di cuenta de que era lo que realmente tengo miedo a perder.

Así somos los humanos, necesitamos sufrir para aprender. En aquel momento me di cuenta de que la perdida que no podría soportar sería la de uno de mis seres queridos.
Que si pierdo mi trabajo siempre podre buscar otro que incluso sea mejor.
Me di cuenta de que si mi coche se estropea podré tomar un taxi o aprovechar para ir paseando. Todas estas perdidas a las que siempre temí tienen solución, hay otras opciones.
Me di cuenta de que a pesar de la vida inducida al consumo en la que vivimos sometidos sigue habiendo una fuerza totalmente superior que es el amor. Esos lazos si que no  pueden romperse y que de romperse si significaría el fin de nuestras vidas.
Si aquel medico no hubiera salido con buenas noticias sí hubiera cambiado mi vida, sí hubiera perdido.

En aquel momento sentí el verdadero miedo a perder. A perder algo irremplazable.

Yo siempre intento obtener algo positivo de todo lo que me ocurre por malo que sea. En esta ocasión pude sacar varias cosas buenas. La primera y más importante el éxito de la operación de mi pequeño que a pesar de estar dolorido e incomodo va a ganar calidad de vida que hasta el día de ayer ese maldito estreptococo no se la había dado.
Otra cosa positiva ha sido la experiencia tanto para él como para nosotros, es cierto que los momentos duros unen.
Una vez más la vida me muestra quienes están a mi lado y quienes no.
Y por último esta reflexión que por lo menos a mí me queda grabada a fuego y me ayudara de aquí en adelante a colocar cada cosa en su lugar y momento adecuado.

Un beso enorme Daniel que te estás recuperando como todo un campeón y gracias una vez más por todo lo que he aprendido a tu lado. Te quiero....