Hace tanto tiempo que no me paseaba por aquí, tanto tiempo que no me sentaba a hablarme a mi misma. Aquella costumbre que tenía de sentarme delante del ordenador a escribir desde mi corazón y a decirme las cosas que no era capaz de decirme a la cara en el espejo cada mañana. No sé si vuelvo por nostalgia, por soledad o simplemente por ganas de pasar un ratito conmigo misma como hace años hacía. No lo sé.
Han pasado muchas cosas desde la última vez que pasé por aquí. El titulo que le di al blog fue "el momento del cambio" porque en aquella época empecé a ser consciente de que necesitaba cambiar muchas cosas en mi vida, pero ahora pasado el tiempo y con la experiencia que he ido ganado en estos años me doy cuenta de que cada día es "el momento del cambio". Y que no se puede sentir como unos cambios para estar mejor y ya está, sino que siempre viviremos en un cambio constante y hay que estar preparada para ello.
Y eso es lo que hoy creo que me ha hecho recordar esta cuevita abrigada que era mi blog en aquellos momentos en los que necesitaba abrazarme a mi misma y vaciar la mochila que traía cargando a mi espalda.
Siempre he sido una persona fuerte, resiliente, adaptativa. Siempre he sabido salir adelante, en algunas ocasiones con más y otras veces con menos posibilidades, pero siempre, siempre he salido adelante.
Pero es cierto que de un tiempo a esta parte me he llegado a sentir algo más soñadora que realista, más confiada en todo aquello que se espera de los demás que en mi misma y he llegado a un punto en el que me estaba dejando fluir demasiado con la vida y con las buenas oportunidades que se me estaban dando. Dejando de ser aquella chica fuerte e independiente y dejando de estar alerta con las cosas que ocurren a mi alrededor.
En estos últimos días he pensado mucho, me he parado a analizar mis últimos tiempos y a pesar de que han sido muy felices no he actuado como yo soy, no me he protegido lo suficiente, he soñado más de lo debido y he cerrado los ojos ante cosas que me hacían daño.
Y estoy bien, soy feliz, no cambio nada de lo vivido, esto no es una carta de despedida ni de arrepentimiento, sólo que me he dado cuenta que he cometido algunos errores que debo solucionar. Errores que me perjudican a mi directamente y por ende a los que me rodean, tengo que mejorarme yo para poder sentirme en paz y así poder ofrecer la mejor versión de mi misma.
Así que ahora soy yo la única que debe pararse a ordenar todas las cosas que han llegado nuevas y que he ido acumulando en cajas en la entrada. ¡Es hora de buscar lugar a cada cosa!
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