La tristeza de una despedida...

Siempre son tristes las despedidas. 

Cuando alguien querido se marcha lejos, duele. Cuando fallece alguien cercano, duele. 

Pero hay una despedida que duele aún más. Cuando queriendo a alguien y sin motivo aparente debes decir adiós. Cuando personas que han formado parte de tu vida te hacen daño, te restan las ganas de vivir y debes alejarlos de tu día a día. Esa despedida no sólo duele, sino que te desgarra el corazón. 

Tienes que decidir entre seguir sufriendo el daño que te hacen o separarlos de tí. 

Yo en mi caso vivo una situación similar y no sabría distinguir que dolor es más fuerte.

Lo que realmente me duele no es la decisión que he tomado de alejarme, sino el darme cuenta que de verdad siento ganas de tener a esas personas lejos de mí. 

No creí jamás que pudiera sentir algo así. Y eso es lo que me asusta, darme cuenta que de verdad he de vivir sin ellos.

Por otra parte no siento mi consciencia intranquila. Todo lo contrario, me siento en paz. Porque sé que hice por ellos todo lo que estaba a mi alcance. Quizá para ellos no haya sido suficiente, pero yo aseguro que dí más de lo que podía y debía. Por eso, a pesar de tanto malestar en el fondo me siento tranquila...

Jamás entenderé muchas situaciones y cosas que me han pasado, por las que he llegado a sentir ésto y a tomar decisiones tan drásticas. Lo que he decidido es no buscar explicación a las cosas que han acontecido sino limitarme a seguir adelante de la manera que toca.

Estas personas me han obligado a aprender a vivir sin ellos, ya que a pesar de ser muy importantes en mi vida nunca han estado presentes ni en mis buenos ni en mis malos momentos, por los motivos que fuera.

Lo siento, pero esta vez me toca ser mala y egoísta. Esta vez me toca pensar en mí y en los míos que llevan mucho tiempo a la sombra sometidos a vuestra voluntad. A partir de ahora todo será diferente, yo he movido ficha y espero para ver cual será vuestra próxima jugada.

Todo el mundo dice que es muy malo sentir odio y es cierto, es un mal sentimiento. 

Yo no lo siento ahora mismo, pero siento otro que quizás es peor. 

Siento decepción,pero una decepción tan grande que preferiría sentir odio para así poder desahogarlo de alguna manera. La rabia se puede eliminar,pero que hago yo con  esta sensación de decepción, de vacío...

Supongo que el tiempo la sanará, aunque quede una gran cicatriz que me recuerde las batallas vividas.

No os deseo ningún mal, espero y deseo con todas mis fuerzas que os vaya bien y seáis muy felices, más que yo, pero eso sí, lejos de mí y de mi familia.

Se acabó el tener en un altar a personas que no se lo merecen. Personas que no nos dejan vivir libremente, no nos dejan sentir, no nos dejan ser nosotros mismos. Personas que no respetan a los demás y que creen que sólo ellos tienen el poder y la verdad.

En este punto se separan nuestros caminos, buen viaje.....

MORALEJA: Aprende a obsequiar tu ausencia a quien no aprecia tu presencia.