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viernes, 14 de octubre de 2011

La felicidad...


Para mí el concepto de felicidad ha ido cambiando a lo largo de mi vida, supongo que a todos  nos pasará igual.
A medida que crecemos vamos ampliando nuestras expectativas y quizás nuestros deseos pasan a ser más complejos. Es por eso que nos cuesta más alcanzar ese estado de felicidad que todos añoramos.

Yo me he parado muchas veces a pensar en esto por mis hijos, mi hija Sarah es más mayor y ya está en el proceso de “complicar” sus deseos. No se conforma con cosas que antes la hacían inmensamente feliz, ahora siempre hay un “pero”, siempre le falta algo. Observándola me doy cuenta de que cada vez le cuesta más ser feliz.
En cambio Daniel, con 6 años todavía es capaz de ser realmente feliz con bajar por un terraplén o simplemente por comprarle un chicle mientras espera que lave el coche en la gasolinera. A veces me parece incluso desmedida la alegría que expresa ante algo realmente insignificante.
Justamente en base al comportamiento de los dos,  me he parado a pensar y he llegado a la siguiente conclusión. La felicidad no existe, sí, sé que es arriesgado afirmar ésto, pero estoy totalmente convencida. No existe. O al menos el concepto de felicidad que todos perseguimos, que es la que empezamos a buscar a medida que nos hacemos mayores.
El estado ideal de felicidad es, en mi humilde entender, algo similar a cuando somos pequeños, me explico. Desde que intentamos perseguir una idea, un deseo y nos empecinamos en lograrlo, justo en ese momento perdemos la posibilidad de ser felices. Sin darnos cuenta nos encerramos en el propósito de lograrlo y nos olvidamos de muchísimas sensaciones  y acontecimientos que ocurren mientras tanto y que podrían aportarnos incluso más felicidad de lo q realmente buscamos. No contentos con eso, cuando llegamos a lograr el objetivo, la felicidad nos dura poco, porque ya tenemos preparado otro por el que empezar a luchar de nuevo
 Es lo que veo en mi hija. Ahora quiere comprarse unas botas de futbol (le encantan), pues bien, lleva tres semanas en las que su vida va dirigida sólo a la obtención de “sus botas”, no disfruta realmente de nada, vive ansiando el momento de escuchar a su padre pronunciar las palabras mágicas “vamos al Corte Inglés a por las botas de mi niña”. Mientras hemos ido de excursión a la playa, hemos ido a visitar a los primos, hemos organizado un viaje a Disney y ella no ha podido quitar su cara de indiferencia por no haber logrado lo que ella etiqueto como “momento feliz”, o sea, tener sus botas.



En cambio Daniel con sus 6 añitos lo ve todo de manera diferente. A él le da igual todos los planes que quieras hacer. El no conecta sus emociones a las cosas hasta que no llega el momento de disfrutarlas. Sí, le hace ilusión el viaje a Disney y en la agencia de viajes colabora eligiendo el hotel y disfruta la ilusión del momento, pero una vez sale de la allí parece que resetea  su disco duro y lo pone a cero. Empieza a disfrutar de lo siguiente que proponemos hacer.  ¿Al parque? Estupendo….
Entonces observándolo a él, tengo la prueba de que se puede ser inmensamente feliz, pero no persiguiendo una felicidad estereotipada sino disfrutando de todos los momentos felices que te da la vida.
Aprovechando cada cosa que surge y disfrutándola al máximo sin temor a que termine, simplemente saboreando con la ilusión de un niño cada momento, sin medida.
Y esto no implica dejar de aspirar a conseguir más cosas o dejar de luchar y conformarse. No se debe confundir. Está claro que los adultos no podemos vivir la vida como los niños, porque tenemos una serie de obligaciones que no nos permiten bajar el nivel, pero sí que en medida de lo posible miremos más a estos “canijos” porque tienen mucho que enseñarnos de la vida, sin ellos saberlo.


MORALEJA: La felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace.

11 comentarios:

  1. que bonito!!!! por que no te dedicas a escribir?? se te da genial,y ya tienes libreros en la familia para que puedas vender tus libros ;-))

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  2. jajaja Escribir es mucho más de lo que yo hago, hay que tener mucha preparación para eso y aportar algo, yo sólo intento desahogar y sobre todo aprender más que enseñar. No se quien eres ya que apareces como anónimo, pero no serás muy lejano por cuanto sabes que hay "libreros" en mi familia jajaja. Un beso grande

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  3. Muy profundo, Diana, ya lo creo. Yo no sé si existe una felicidad global, creo que la palabra feliz es muy grande, y que el grado de felicidad que alcanza cada cual depende de muchos factores. Hay pequeños momentos de felicidad que pueden llenar toda una vida...

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  4. Hola Emi, ¿no crees que nos han vendido una idea equivocada de lo que es ser feliz?. Se olvidaron de decirnos que la felicidad es todo aquello que ocurre mientras nosotros vamos por ahi buscándola. Yo, mientras los "estudiosos" lo averigüan llenaré mi vida de momentos felices. Es lo más cercano que he visto a la FELICIDAD.
    Un beso y gracias por dejar tu opinión.

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  5. Yo creo que los niños nacen con la capacidad de fluir, que es la verdadera felicidad. A medida que vamos creciendo y nos van domesticando para entrar en el mundo de los adultos, nos van quitando esa capacidad de fluir y de ser felices....

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  6. Pues sí esa es la idea. Depende de nosotros el trabajar y esforzarnos por mantener nuestra capacidad para ser feliz.

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  7. mi vida!!!! mi nombre se esfumo y no se puso!!! soy angeles.te quiero,sigue asi que lo haces fenomenal.por cierto en mi libreria me preguntaron si vendia libros de una tal diana aleman. ;-))

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  8. Jajaja Hola prima, bienvenida a mi blog. Celebro que te guste, esa es la intención. Con respecto a lo del libro pufffff, va a ser que no jjajaja para eso hay que ser escritora y yo no lo soy . Yo solo intento explicar con palabras mis emociones. Un besazo muy grande y espero volver a verte por aquí. Te quiero muchísimo .

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  9. Yo realmente creo que tienes un gran don para la escritura, pues una de las cosas q más aprecio en los libros que leo es la forma en la que se expresan los sentimientos, las emociones... Tú posees ese don, ¡aprovéchalo!

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    Respuestas
    1. El único secreto es dejar hablar al corazón. Un besazo

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